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sábado, 28 de abril de 2012

EL PARTIDO POPULISTA


Rafael Quiñones en el Blog POLIS 27-04-2012

Los postulados comunes de los partidos populistas en Latinoamérica.

El elemento más generalizado en todos los partidos populistas en Latinoamérica, es la invocación deificada del concepto Nación como elemento de unidad social, al igual que el término Pueblo como elemento doctrinario que fundamenta la legitimidad de la soberanía política de la Nación sobre el de la Constitución política del Estado.  Un mayor énfasis en el factor pueblo suele ser la marca distintiva de los partidos más populistas y personalistas de la región, mientras la supremacía del término Nación suele ser el objeto de los partidos más nacionalistas del sub-continente: La tendencia más populista hace el énfasis en la lucha del pueblo contra la oligarquía, la vertiente más nacionalista se enfoca en el conflicto Nación  contra el Imperio.

Por eso el populismo  apela a lugares comunes y fórmulas abstractas de aglutinamiento de las masas entorno a una acción política coherente contra el actual orden de las cosas. La lucha contra el sistema se cristaliza con la aversión ante el modelo económico del capitalismo productor y exportador de materias primas en los países latinoamericanos, y también contra el comunismo promovido desde la Revolución Bolchevique y los partidos comunistas de la región. La integración dentro del populismo fue también, en parte, concebida como la incorporación de los grupos marginados al "pueblo", noción opuesta a la de las oligarquías liberales y conservadores de los siglos XIX y XX latinoamericano. Esta visión populista narodkiana, en la medida de que estuvo asociada a la búsqueda de la unidad nacional y a la oposición entre el pueblo “bueno” y la oligarquía “malvada” tendió a favorecer los mecanismos monopológicos de representación política y a erosionar los instrumentos y valores pluralistas de la democracia moderna. 

El partido populista reivindica el papel del Estado central para materializar un ideal de sociedad nacional unificado a través de la institución estatal. El partido populista tiene la intención de conquistar la esfera del poder político estatal, a través de la organización de determinadas partes de la sociedad civil de la comunidad oligárquica, que buscan su cohesión a través de la misión de alcanzar el dominio de la maquinaria del Estado. El poder estatal es el único capacitado para destruir el poder hegemónico de las oligarquías tradicionales y emprender las reformas sociales que garanticen el mejoramiento de las oportunidades económicas y políticas de las clases oprimidas del sistema oligárquico. Esto obliga a una forma de conquista y uso del poder por parte del movimiento popular de carácter autoritario, excluyente y antipolítico, donde la orientación de la masa popular y sus contradictorios intereses sólo pueden ser canalizados por un Estado fuerte que maneje de manera unilateral a la nación.

La ausencia de una forma de hacer política alrededor de partidos e ideologías (y más alrededor de retóricas y lugares comunes) evidencia el carácter poco democrático y político del movimiento populista, donde el nacionalismo sirve como coartada para no respetar los mecanismos de regulación de poder de la democracia, y la búsqueda de respaldo en el militarismo suele ser una constante dentro de estos movimientos. Sencillamente el Estado tiene un papel unificador de las aspiraciones populares y la regulación del poder gubernamental es contraria al éxito de las reformas sociales necesarias a implementar para alcanzar la justicia popular en el país.

Otro elemento definitorio de todo partido populista latinoamericano es que todo proyecto popular es un proyecto nacionalista, en contraste al internacionalismo de los partidos socialistas y comunistas de los siglos XIX y XX. El nacionalismo tiene su razón de ser en la lucha coyuntural  contra la dominación de las potencias industriales en la dinámica económica y política del país, especialmente la norteamericana. Se ataca toda política de intervención de las potencias dentro de la región latinoamericana, más no se desea auspiciar un conflicto irreconciliable con las potencias del mundo desarrollado. Por ende, el nacionalismo del movimiento popular termina siendo más retórico que ideológico en su conformación como movimiento político, apostándose al pragmatismo político si las grandes potencias están dispuestas a tolerar la existencia del movimiento populista en la administración del aparato estatal en los países latinoamericanos.

El nacionalismo populista adicionalmente trata de tener como soporte la aversión a las ideologías extranjeras, tanto del liberalismo económico como del comunismo, que pueden quitarle el nivel de apoyo a grupos sociales de la comunidad nacional como los empresarios o la clase obrera, además que el proyecto nacional busca resucitar el localismo característico del régimen oligárquico. Esto puede ser nuevamente retórico, el populismo de Fujimori era en la práctica abiertamente neoliberal mientras que el de los países del ALBA tiende a ser socializante. De esta manera se tiene para elementos culturales aglutinantes que puedan canalizarse contra enemigos externos a la nación o distraer a las masas de las incompetencias del régimen popular en el poder.

Por último, el elemento más generalizable del partido populista latinoamericano es su manifestación abierta como partido de masas o multitudes, donde la movilización del pueblo como una unidad se dirige ya sea a través de la insurrección política contra el régimen oligárquico o como proclamación del líder carismático en el poder. Tanto como fuerzas de oposición como fuerzas solidificadas en el aparato del estado, el partido popular es un movimiento de multitudes, que trata de aglutinar a las clases medias y bajas de la sociedad latinoamericana contra las élites liberales y conservadores del régimen oligárquico. Se evita de esta forma apelar a una clase social determinada como lo hacen los movimientos socialistas, donde el proletariado rural, industrial, las clases medias y la clase empresarial pro-populista están clasificados bajo el mismo concepto de "Pueblo" o "Nación".

Está dinámica de masas posibilita  la instrumentalización de las aspiraciones sociales y demandas de los colectivos de la sociedad latinoamericana, sin segregar a ninguna. El intento de conciliar un gran número de intereses pluriclaciales dificultaba el ejercicio del poder político cuando se alcanzaba el dominio del Estado, siendo la fuente de la inestabilidad de los gobiernos populistas, donde la solución más rápida para solucionar esta disyuntiva es neutralizar las movilizaciones de colectivos organizados bajo la organización de multitudes manejadas por medio de la identidad del líder carismático. El líder carismático ejerce el papel de punto de confluencia de los intereses de las clases que forman el movimiento popular, tratando de minimizar los conflictos de intereses a través de la repartición de cargos estatales para los diferentes sectores que integran el movimiento popular. De esta manera neutralizan la fuerza de los movimientos populares que puedan materializar una propuesta alternativa de gobierno al del liderazgo popular ya acentuado en la maquinaria del Estado. 


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